¿CÓMO PASAR DE LO INDIVIDUAL A LO COLECTIVO?
En el escrito anterior hablábamos de cómo comprender y contribuir con la compleja y difícil realidad actual, y decíamos que podía ser útil buscar en cada suceso trascendente, las cualidades e invirtudes esenciales que manifiestan para examinarlas en nuestra interioridad. Creemos que esta es una de las formas en que podemos trabajar para mejorar individual y colectivamente.
En esta ocasión, exploraremos otra arista del trabajo que podemos realizar, en función de aportar a la Humanidad. Esta posibilidad parte de poder trabajar para pasar de la conciencia personal y separada, a la conciencia colectiva.
En este sentido, el primer paso consiste en comprometernos para lograr la expresión de una verdadera armonía en los vínculos próximos. Si conseguimos estar personal y relacionalmente en armonía, será luego, relativamente sencillo generalizar ese modo de relación con aquellos que están más lejos de nosotros. Así siguiendo, podríamos incluso aspirar a aplicarlo al trato entre las personas de cada país y, por qué no, entre los países.
En este artículo vamos a desarrollar sugerencias que pueden permitirnos habitar vínculos con mayor conciencia espiritual. Un tipo de clasificación en relación a ellos está determinado por la distancia que tenemos con “el otro”, con “los otros”. De este modo podemos hablar de corta, de media y de larga distancia.
Por corta distancia me refiero a aquellos en los que desarrollamos mayor intimidad: como la pareja, la relación con los hijos, con los padres, con los amigos y con algunos compañeros de trabajo con los que llegamos a tener mayor proximidad.
En la media distancia estarían las interacciones de menor involucración, a ellos les solemos llamar: “los conocidos”, como por ejemplo: proveedores de servicios médicos, de mantenimiento y reparación de objetos, de alimentos; un vecino, compañeros de trabajo, estudio, etcétera.
Particularmente esta es una franja que ha tenido muchos cambios en los últimos años. La media distancia se impersonalizó notablemente, como por ejemplo con el cambio de los almacenes a los supermercados; en la medicina: la aparición de emporios de la salud y las especialidades generaron una mayor distancia en la relación médico-paciente, llegando incluso el paciente a ser más objeto que sujeto; el uso de internet, y los ejemplos siguen.
Por larga distancia incluyo a todas aquellas personas que sabemos que existen pero con las cuales no tenemos una interacción física directa. Esto va desde las personas que caminan alrededor nuestro, a seres de otros barrios, otras profesiones u ocupaciones, e incluso a otros más lejanos aún, de otras provincias o países.
Es bien cierto que nuestro interés por los demás, decrece a medida que ellos se encuentran a mayor distancia de nosotros. Éstas son personas a las que no nos ligan sentimientos, ni objetivos comunes, periódicos y concretos. Observando la comunicación con los próximos y creciendo en ella muy probablemente pueda cambiar nuestra relación o mirada respecto de los que están “más lejos”. Entonces, parece ser una buena idea comenzar por allí.
Algunos comentarios acerca de los vínculos de corta distancia, que bien pueden ser tenidos en cuenta para las relaciones en general
La importancia del respeto:
El respeto sincero tiene que poder llegar a desarrollarse en todo vínculo, con independencia de lo cercano o lejano que éste sea. Esto supone tener la capacidad, la flexibilidad de observar al otro sin querer ser su “psicólogo”, así como tampoco creyendo saber qué es lo mejor para él. Para habitar esta posición tenemos que abandonar la idea en donde suponemos saberlo, o peor aún, que queriendo que haga lo que creemos que es mejor para el otro, en realidad buscamos lo que de algún modo nos beneficia.
Salir de esta posición de juicio y crítica implica poder empezar francamente a traspasar el egoísmo, hasta que realmente deseemos el mayor bien para el otro, absteniéndonos de poner en juego deseos y expectativas personales. Lo misterioso de este funcionamiento es que lo mejor para los otros terminará siendo lo mejor para cada uno de nosotros, con independencia de cuán conscientes seamos capaces de ser en este sentido.
Ya sabemos que en el camino espiritual lo bueno y lo malo son relativos y que siempre sucede lo mejor que puede suceder de acuerdo al nivel evolutivo en que nos encontramos. En síntesis, observando este punto con atención, resulta ser una idea pobre y escasa querer cambiar al otro. Vale la pena tener presente que no estamos presos en los vínculos, si la persona con la que nos relacionamos no es la adecuada, y con esto no me refiero al cumplimiento de nuestras necesidades materiales; simplemente es una posibilidad alejarnos de ella. Cultivar las buenas compañías es algo a lo que nos alientan muchos maestros espirituales.
¿Cómo nos encontramos con los otros que se vuelven significativos?
Los encuentros entre las personas suceden por empatía de las almas, algunos son preencarnacionales (como por ejemplo la llegada de un hijo a la familia) y otros se producen durante la encarnación, como las parejas, los amigos y otras personas cercanas. Es bastante frecuente que “algo” nos acerque a un otro, que se tornará próximo. A veces “ese algo” es evidente y otras veces no. Nuestras almas tienen mucho que ver con que estos encuentros se produzcan. Quiero decir, que para que ellos sucedan, opera algo que está más allá de nuestras mentes, propiciando mucho de lo significativo que vivimos. Estos hechos tienen un sentido profundo que por lo general queda invisibilizado, escapando a nuestra conciencia. Y esto sucede así, porque nos quedamos en niveles de análisis muy superficiales. Nos centramos en ideas, conveniencias, agrados; cumplimiento de deseos, de necesidades, de metas materiales, etcétera.
Cuando nos decidimos a trabajar en la dirección de profundizar en el sentido y función de estos encuentros, la pregunta llave es “para qué” suceden. Me estoy refiriendo a una búsqueda interna que está bastante más allá de lo enumerado en el párrafo anterior. En términos generales nos encontramos básicamente para dos cosas:
Entendemos por espejo aquello que el otro despliega, muestra, dice o hace produciendo en nosotros un efecto de impacto, las más de las veces negativo, por el simple hecho de estar mostrando algo relacionado con nuestra propia interioridad. Y en cuanto a las tareas espirituales, vale la pena aclarar, para desmitificar fantasías que tenemos en este sentido, que no existen acciones pequeñas y grandes, así como tampoco grados de importancia, como podrían parecer en una primera instancia, leídos desde nuestro mental lineal. Para empezar, nuestra propia condición de seres velados nos impide tener una valoración adecuada de los hechos de naturaleza espiritual. Me refiero incluso a los efectos que ellas tienen, ya que algo aparentemente pequeño puede generar efectos insospechados.
Para ilustrar qué constituyen “tareas espirituales” enumeraremos a continuación algunos ejemplos: desarrollo de algún valor, como por ejemplo la determinación, la perseverancia, la solidaridad, etc., o acciones como un emprendimiento comercial sustentable, donde se busque que cada paso de la producción se rija por este principio. Trabajar en la educación de nuestros hijos teniendo en cuenta los valores tanto en la casa como en la escuela. Acompañar a los hijos en su desarrollo deportivo transmitiéndoles la importancia del trabajo en equipo. En el orden social, habrá quienes participen siguiendo estos lineamientos en su comunidad, edificios, clubes sociales, deportivos, instituciones religiosas. Desarrollar individualmente o en grupo disciplinas espirituales tales como la oración, la meditación, prácticas de artes marciales, etcétera.
En general, en los vínculos próximos, se advierte un mix de ambas funciones -espejo y tareas espirituales conjuntas-, o bien una y otra se desarrollan en etapas consecutivas.
El espejo supone una ayuda para conocer aspectos de nuestra personalidad que se encuentran en mayor o en menor medida invisibilizados para nosotros mismos, y de este modo verlos afuera puede volverse una invitación para trabajarlos. Puede ayudar considerar que: “lo que me desagrada del otro en algún lugar está dentro mío”, así como que “lo que admiro en el otro puede ser una inspiración para desarrollarlo en mí”.
Del mismo modo, cuando alguien valora algún acto o capacidad nuestra es útil comentarle que en potencia también se encuentra dentro de él. Subrayemos que es en el terreno de la interacción donde los conflictos, los malentendidos y las susceptibilidades aparecen, permitiendo que los espejos se vuelvan evidentes.
Por otro lado la evolución, siendo un hecho colectivo, requiere de acciones que se deben llevar a cabo en conjunto y es por eso que nos agrupamos. El plan pedagógico evolutivo incluye la dualidad y la dinámica grupal como elementos indispensables para favorecer nuestro crecimiento espiritual. Y a la vez un grupo permite nuclear capacidades y cualidades diversas que aportan cada uno de sus miembros, esto potencia tanto la acción como la posibilidad de desarrollar aptitudes que nos convidamos.
Cuando somos más conscientes de la necesidad de trabajar con nuestras imperfecciones, vamos abandonando la necesidad del espejo. Esto no significa que hayamos purificado completamente nuestra personalidad, sino que hemos hecho de la dinámica de mirarnos por dentro, una tarea personal e indispensable.
Cuando un vínculo llega a este standard, en cierto modo pasamos de la “escuela primaria” a la “secundaria”, y nos convertimos en “compañeros de camino” y por lo tanto en coconstructores de la evolución consciente. En estos casos se da naturalmente el apoyo mutuo para el crecimiento personal, y a la vez se multiplican las fuerzas para trabajar para el bien de lo colectivo.
Mejorar la comunicación hablando en primera persona
No por simple, menos importante, es aprender a hablar en primera persona especialmente en relación a los efectos que nos produce la comunicación con los otros. Es imprescindible tener en cuenta que aquello que el otro hace o dice y nos incomoda o desagrada, no está necesariamente hecho con mala intención. El accionar del otro gatilla en nosotros un “algo “que hace que nos enojemos, o nos asustemos e incluso que mal interpretemos la intención del otro. Si fuéramos capaces de dar un paso hacia atrás, centrarnos y volver a observar eso que nos pasa, muy probablemente cambiaría nuestra opinión en relación a la intención del otro.. Esto no excluye el hecho de nuestra posible incomodidad.
Entonces, siempre suma poder comunicarle al otro lo que nos sucede diciendo por ejemplo: “eso que estás haciendo o diciendo me incomoda…”. Este decir vuelve evidente que esto no es lo mismo que interpretar o descalificar la conducta del otro, o incluso suponer que lo realiza para dañarnos.
El feedback sincero y abierto es una poderosa herramienta para el desarrollo amable de las relaciones.
Del mismo modo, también tenemos que estar atentos a qué le generamos a los otros con lo que nosotros hacemos, más allá de nuestra opinión, por ejemplo si pensamos “no es para tanto”, “qué le pasa que reacciona así”, etc. Poder hacerlo habla de nuestra capacidad de tomarlo realmente en consideración, e insisto una vez más, que siempre nos queda la opción de volver a mirar a qué distancia necesitamos estar de los demás. Muchas veces hay una insistencia en “forzar” un vínculo para “que funcione” por diversos motivos, entre ellos, orgullo, ceguera, fiaca, pasividad.
Vale la pena diferenciar karma de mandato social o creencias. Muchos permanecen a disgusto en un vínculo por razones que sugiere e impone la sociedad, o siguiendo creencias personales. Y otras, cuando es el alma la que impulsa y sostiene una relación, los instrumentos terrestres pueden acompañar siendo abstinentes de sus deseos y opiniones.
Reconocimiento de los ciclos
Es de gran importancia aprender a aceptar, en forma activa, los tiempos que “duran” los vínculos, en particular en esta etapa evolutiva en donde hay una gran aceleración frecuencial, y todo “sucede más rápido”. Como por ejemplo: gran movilidad social y/o laboral, posibilidad de tener sucesivamente varias parejas, vivir en otros países, etcétera.
En el reconocimiento de los ciclos se vuelve ineludible preguntarnos “para qué” nos encontramos en esta vida. Lo hacemos para aprender y para cumplir tareas en conjunto. Tareas que pueden desplegarse en distintas medidas de tiempo. Principalmente es el apego, que solemos desarrollar, lo que nos impide aceptar los ciclos con naturalidad. Tampoco nos ayuda la rumiación mental. Ambas en cierto modo, interfieren o incluso se oponen a los designios del alma. Lo hacen a través de: alargar innecesariamente los encuentros o al revés, retirándose ante la menor dificultad. Estos tiempos del “fast food” y del “fast life” tampoco ayudan mucho. Falta paciencia, voluntad de construcción, perseverancia, etcétera.
Algunas veces las explicaciones que nos damos, los preconceptos que tenemos muchas veces hacen que transformemos innecesariamente un final de relación en una larga agonía. Progresivamente debemos poder diferenciar conductas que provienen, que se originan en el ego, y otras que nacen en el alma. Esto sin duda nos permitiría un crecimiento sustancial. Nos ayudaría además a estar conscientes del alma y de sus necesidades, así como también de sus compromisos kármicos. Estos compromisos son bien diferentes a los del ego y no tienen que ser pasados por alto. El crecimiento y el entrenamiento nos posibilitan el poder distinguirlos cada vez más.
La falta de entusiasmo
En el terreno de las relaciones es clave tener en cuenta si aparece la “falta de entusiasmo”, especialmente cuando se sostiene en el tiempo. No estoy hablando del aburrimiento, que es más bien una cuestión que tiene que ver con temas personales, egoicos; sino a dejar de sentir comodidad y/o estímulo, estando cerca del otro, y en el hacer cosas en común. En mi experiencia la falta de entusiasmo, incluso más allá de los vínculos, es un movimiento que hace el alma, como si girara; y al hacerlo quitara atención, energía a una relación o a cualquier otra cosa. Debemos ser muy cuidadosos al evaluar esta “señal”, tenemos que aprender a ser capaces de diferenciar entre agrados y desagrados del ego; y pertinencia o no pertinencia en relación al desarrollo del alma o al cumplimiento de sus tareas. No es lo mismo el rechazo desde el ego que la falta de interés del alma. Al mismo tiempo un desinterés del alma se expresará a través de la mente y el cuerpo, que son sus instrumentos de manifestación terrestre. En suma lo que tenemos que identificar es dónde se inicia el movimiento, en el ego o en el alma.
Lugar del cuerpo en la experiencia de la comunicación
El cuerpo participa ampliamente en las interacciones que vivimos y es muy importante tomarlo en consideración Lo hace de muy distintas maneras y ellas cubren un arco que va desde la incomodidad al rechazo franco. Hay dos niveles básicos de expresión:
1.- El más superficial, vinculado al campo vital, tiene características menos evolucionadas que incluye piquetes, irritabilidad, miedo, pena, violencia y tantas otras formas de mostrarse. Con este plano no debiéramos ser condescientes, sepamos que es posible controlar e incluso rechazar estas manifestaciones.
2.- El nivel más profundo es más evolucionado y suele expresar los “sí” y los “no” de modos absolutamente categóricos.
Ahora, sin irnos a los extremos resulta de gran utilidad estar atentos a lo que pasa en ese plano de comunicación, que se produce en forma directa entre los cuerpos, y no solo tenerlo en cuenta sino también incluirlo explícitamente en los intercambios, ya sea en el diálogo interno como en la explicitación que podemos expresarle a los demás. Y en particular, en referencia a los fines de ciclo, por extraño que parezca, suele ser el cuerpo el que da las primeras señales de conclusión de un ciclo.
A veces, la mente, en sus largos cabildeos trata de convencer al cuerpo, con sus particulares argumentos, de tantísimas cosas, incluso en relación a la continuidad del vínculo. Quiero ser categórica en este punto, cuando la información que da el cuerpo proviene de niveles profundos, las más de las veces tiene razón. Escuchar al cuerpo es muy importante y no contradecir al alma es más que conveniente para andar este camino…
Tal como se desarrolló en el capítulo anterior los espejos pueden trabajarse en un rango muy amplio que por supuesto exceden las relaciones personales próximas.
Saliendo de lo egoico siguiendo la guía del alma y del Espíritu
Ahora bien, cuando logramos superar el espejo en los vínculos cercanos, aunque más no sea en parte, así como la necesidad del cumplimiento de nuestros deseos a través de ellos; queda muchísima energía libre en la esfera de la identidad, de los intereses personales y en relación a la capacidad de acción, que por su puesto podemos aplicar a lo que nos parezca conveniente. Este movimiento implica dejar de vivir mirando por el ojo de una cerradura y nos habilita a poder empezar a abarcar espacios mayores de visión. Comienza a desarrollarse un interés diferente por lo colectivo, tanto en lo próximo como en lo lejano. Ya no “me miro” sino que miro y veo, sé y siento. Además de apreciar la realidad de otra manera, también se vuelve más claro que acción debo realizar. En este punto, ya no se destaca el beneficio personal como bien único. Diría que se invierte el orden, hago lo que tengo que hacer y de algún modo sé y luego verifico, que eso a la vez es lo mejor para mi alma, para mi Esencia.
En esta etapa la confianza en la Existencia simplemente se habita como un hecho natural y no como un principio moral o intelectual. Empezamos a confiar en un fluir de la Conciencia e incluso sabiendo que por estar aún en un estado imperfecto, nos vamos a equivocar. Confiamos en aprender de nuestros errores y en que cada vez podremos hacer mejor lo que fuere. Con esto quiero decir que podemos ser cada vez más conscientes de que estamos haciendo lo mejor que podemos, de acuerdo al estado de conexión en el que nos encontramos en este momento. Esto es fácil de confundir con la pasividad e incluso con el conformismo y claramente no es a lo que estamos apuntando.
Una vez más, quiero resaltar la importancia de estar atentos a cuándo predomina como líder en la acción la mente, el campo vital, el plano profundo del cuerpo o el alma. Dado que todos ellos participan de nuestras acciones debemos estar atentos para trabajar sobre todo en las incongruencias. Suelo llamar al conjunto de estas partes nuestras “la tribu” y tenemos que empeñarnos en buscar su homogeneidad.
En una larga primera etapa tendremos la expresión de un mix. Lo importante es mantenernos centrados en el anhelo, en el objetivo; y en tiempo y forma llegaremos a la encarnación consciente y plena del alma mientras estamos aquí en la Tierra. Puede ser un aliento interesante saber que en estos tiempos, me refiero a este ciclo evolutivo, la posibilidad de ser cada vez más conscientes está muy favorecida desde lo “externo”, por las frecuencias que ingresan y se están manifestando en el planeta.
Como decíamos más arriba en este ciclo de pasaje de lo separado, a lo Individual y a lo unido, los espejos tienden a disiparse, tanto en lo próximo como en lo lejano. Podemos llegar al punto en que el interés se centre en la Evolución Consciente de la Humanidad, donde ni siquiera el centro sea la evolución personal. Habrá plena conciencia de que la evolución individual, separada; no tiene valor agregado en relación al colectivo que somos, si no se comparte y se desarrolla con ellos.
En esta instancia se nos vuelve visible lo que antes se escapaba de nuestra capacidad de mirar o simplemente ni siquiera se nos ocurría, me refiero a tener en cuenta a los demás, en un arco extenso. Es decir, se naturaliza el nosotros, e importa y duele la ignorancia, y sobre todo la maldad. Esto nos compromete y responsabiliza de un modo completamente distinto e ineludible. No se trata de una elección, lo colectivo se vuelve aún más natural que lo recortado.
Estando en esta conciencia lo aconsejable es empezar a aplicar todo esto que emerge y se habilita, a un contacto diferente con los demás. Aprenderemos y ajustaremos ensayando, pero por sobre todas las cosas, volviéndonos instrumentos cada vez más puros de lo que somos y de lo que Es. Este es el camino que en tiempo y forma forjará una Humanidad diferente. Todas las asociaciones serán para el mayor bien de las partes intervinientes y de los demás, como un hecho natural.
Seguramente las primeras experiencias se harán con organizaciones espirituales, de hecho ya hay algunos intentos con diferentes resultados. Tal vez, en los ámbitos explícitamente espirituales, sea en un comienzo, más fácil incluir estos objetivos como los principales. Vendrá luego la tarea de ir universalizándolos. Sobre todo con la creación de organizaciones internacionales. Ya hay algunos tímidos intentos que no llegan a tener la supremacía y la importancia que podrán tener en un futuro. Les suele faltar poder espiritual y, siguen favoreciendo más a unos que a otros.
Encuentro que en el área científica se ha progresado mucho en este sentido, y eso se debe en parte a la globalización especialmente a través de Internet. Los avances que la ciencia logra, se comparten muy rápidamente con los demás, a través de publicaciones y congresos. No obstante las empresas que industrializan lo hallado por la ciencia, buscan su beneficio y se empiezan a generar todo tipo de complicaciones. Como por ejemplo, el alcance que puede tener un descubrimiento médico que, si bien se comparte la información, en general, el beneficio no está al alcance de la totalidad de las personas.
Las instituciones internacionales políticas, financieras, de derechos humanos, como decía más arriba, no tienen el poder suficiente para ser respetados por la mayoría. Lo que está teniendo más éxito es el desarrollo de emprendimientos no gubernamentales tales como las ONG y otras asociaciones de este estilo, que a fuerza de estar disconformes con el accionar de muchas de las organizaciones públicas, se inspiran en la gestación de proyectos paralelos que en una amplia mayoría no están transversalizadas por la ambición de poder personal y la malversación de fondos; ni dependen del poder político.
Es muy probable que en estas organizaciones, además del desarrollo de servicios que puedan ofrecer, se vayan formando líderes con otros criterios, en relación a lo que a gestionar se refiere. Este entrenamiento en prácticas de gestión que intentan realizar acciones de modo muy diferente, tomando en forma más realista y concreta las necesidades de las personas; permitirán en un futuro que ellos mismos se conviertan en líderes de “los poderes oficiales”; generando así un cambio real en la función y desarrollo de las instituciones oficiales.
Es esperanzador ver que ciertas uniones entre personas y grupos se realizan impulsados por el descontento, que no hace bajar los brazos ni volverse indiferentes, sino que por el contrario los inspira a buscar caminos alternativos con el fin de contribuir al desarrollo de una Humanidad con condiciones muy diferentes y superadoras de las actuales.
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